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(IVÁN): OREMOS JUNTOS CONTINUAMENTE
Sábado, 03 de noviembre, año 2007 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica (Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo) (Hemos orado mucho más que antes por las familias afectadas por los desbordes de los ríos en Tabasco y en Chapas, Puebla, Méjico [y, también, por nuestra hermana República Dominicana y sus familias afectadas por las inclemencias del tiempo torrencial]. Esperamos que nuestro Padre Celestial los bendiga grandemente, en el Espíritu sobrenatural de su Hijo amado, nuestro salvador Jesucristo, para que puedan reconstruir sus vidas y la de los suyos, también, con la mayor brevedad posible. Porque la verdad es que nuestro Padre Celestial los ama mucho y desea bendecirlos desde ya, para que vivan para él y le sirvan por siempre por amor a su nombre muy santo, en sus corazones y en sus almas eternales, en la tierra y en el cielo, para siempre. ¡Amén!) (Y muchas felicidades a todas nuestras familias Cuencanas (capitaleños) de la provincia del Azuay y de la región Serrana de nuestro Ecuador, por la celebración de su Gran Independencia. Que se gocen mucho todos ustedes en el SEÑOR, en estos días festivos, y que no se olviden jamás de nuestro Señor Jesucristo, para que las ricas bendiciones de los dones de milagros, maravillas y prodigios nos les falten nunca en sus vidas. Porque nuestro Señor Jesucristo es el Padre de todas nuestras liberaciones del poder de las tinieblas y del enemigo de nuestras vidas, en la tierra y así también en el más allá, por ejemplo. Muchas felicidades a Cuenca y a sus familias por ser la Atenas de cultura y de arte de nuestro Eterno Ecuador, hoy y siempre.) OREMOS JUNTOS CONTINUAMENTE La oración es eterna e inolvidable a la vez, para nuestro Padre Celestial que está en los cielos y para cada uno de todos nosotros, también, en la tierra y en la eternidad venidera. Por lo tanto, «nosotros necesitamos orar al SEÑOR de nuestras vidas para entonces poder vivir felices e infinitamente», en el nombre sagrado de su Hijo amado, «y así nos llene de su Espíritu Santo y de sus bendiciones muy necesarias» para nuestro diario vivir por la tierra y, también, para la nueva eternidad celestial. Ciertamente, «nuestro Padre Celestial es muy personal con nosotros» los seres humanos del paraíso y de las naciones de la tierra y con todos sus seres creados del cielo, igual, como arcángeles, serafines, querubines y demás seres santos del reino de Dios. Además, nuestro Padre Celestial «nos ha a creado en sus manos santas y muy cerca de su rostro y de su corazón santísimo, para que lo busquemos y lo hallemos, cada vez que levantemos nuestras almas a Él, en el espíritu de oración de su Hijo amado», ¡nuestro Señor Jesucristo! Sin embargo, «los hombres y mujeres de la tierra, como de los que aún no han recibido al Señor Jesucristo en sus corazones (como su único salvador personal), entonces están lejos y desposeídos de la realidad celestial de su Dios y Creador de sus vidas», en el paraíso, como Adán y Eva y en la tierra como cualquier pecador de siempre. Entonces «mientras los que no han recibido al Señor Jesucristo en sus corazones, como su único y suficiente salvador de sus vidas, sus oraciones no son recibidas en el Altar de Dios, porque no han cumplido con los primeros requisitos del paraíso», para tener una comunión real y fructífera con el Creador de sus nuevas vidas eternales, ¡el fruto de la vida! Y «éste requisito bíblico y del paraíso para los hombres, mujeres, niños y niñas de todos los tiempos, desde la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo, es de amarle a Él en oración eterna, sólo en el espíritu y en la verdad de la sangre y de la vida de su Cordero Escogido, su Hijo», ¡el Mesías del cielo! Ciertamente, «los que no conocen al Señor Jesucristo en sus corazones no han alcanzado los requisitos básicos del paraíso o de las Escrituras para tener comunión con Dios y así hacer que sus oraciones sean efectivas siempre», en la tierra y en la nueva vida infinita del nuevo reino celeste, como La Nueva Jerusalén del más allá, por ejemplo. Porque «si Abraham no hubiese creído a Dios y a la venida de su Hijo, ¡nuestro Mesías!, en Sara (su esposa), sobre el Moriah o sobre la roca eterna, en las afueras de Jerusalén, para ponerse en el lugar de Isaac y de todo pecador, para expiar con su sangre santa nuestros pecados, entonces nadie (hebreo o gentil) hubiese alcanzado jamás su fe salvadora». Verdaderamente, hoy mismo, «estuviéramos muertos en nuestros delitos y pecados, si la fe salvadora de Abraham no hubiese empezado en su corazón para regarse hacia los corazones de todos los hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera, desde el Moriah para generaciones venideras y hasta que Cristo vuelva a Israel y a reinar infinitamente, para gloria de Dios». Es más, «la oración de ningún hombre hubiese sido posible para ser oída por Dios en el cielo, ni menos en la tierra, para siemp Realmente, la vida fuese totalmente imposible e infructífera en el paraíso, en la tierra y en la eternidad venidera, también». Porque «una vida sin el Espíritu de oración de nuestro Señor Jesucristo en nuestros corazones y en nuestros espíritus humanos, entonces realmente para nuestro Padre Celestial no es vida, ni tampoco para su Espíritu Santo, ni para ninguno de sus millares de ángeles del paraíso, ni menos en la tierra, ni mucho menos en la nueva eternidad celeste, realmente». Pero «gracias a las oraciones de los hombres, como Abraham, por ejemplo, que le creyeron a su Dios, de que algún día no muy lejano nos enviaría a nuestras vidas a su Hijo amado, para que interceda por nosotros, cada vez que levantemos nuestros corazones y nuestras almas eternas al paraíso, para orar delante de Él y en su nombre santo». Porque «todo cristiano verdadero tiene su corazón centrado en su Dios y Creador de su vida, por medio del Espíritu de fe y del amor infinito de su Hijo amado, ¡nuestro Señor Jesucristo!, para ver y para vivir la vida de Dios, siempre en el paraíso, en la tierra y así también en La Nueva Jerusalén Infinita del cielo». Por lo tanto, «cada cristiano y cada cristiana dependen para todo de su Dios y Fundador de sus vidas, por medio de su Árbol de la vida, como debieron de haber dependido Adán y Eva, en el paraíso desde el primer día, para agradar a nuestro Padre Celestial en toda verdad, derecho y justicia infinita, por ejemplo», ¡nuestro Señor Jesucristo! Ciertamente, «cada uno de ellos tiene toda la razón del cielo y de la tierra, para expresar su más profundo agradecimiento a su Dios y Creador de sus vidas: con alabanzas, con adoraciones, por todas sus bendiciones, como oraciones contestadas, familiares liberados de todas clases de males de la tierra y del más allá, también, por ejemplo, y demás». Pero «cada cristiano y cada cristiana, de hoy en día y como en la antigüedad, por ejemplo, ciertamente tienen mucho más agradecimiento a su Dios por todas las ricas bendiciones que llegan a sus corazones, a sus almas y a sus muy amados, desde las alturas del cielo infinito y de la tierra, de nuestros días, también». Realmente «cada uno de ellos responde día y noche al Espíritu de amor de Dios, por medio de sus alabanzas, oraciones, ruegos, suplicas y exaltaciones de acción de gracias al Espíritu Sagrado de su nombre muy santo, por ejemplo, por la salvación infinita de su alma: salvación monumental del peligro terrible del infierno y de la muerte segura del lago de fuego. Porque «el verdadero amor de nuestro Padre Celestial, el cual es único en el cielo y así también en toda la tierra y por siempre en la eternidad venidera, sólo es posible por medio de la encarnación y vida de Cristo Jesús, salvador nuestro: para que no muramos jamás en nuestros pecados, ni en el lago de fuego eterno. Como «tan importantes son también en nuestras vidas eternas: su expiación sobrenatural de su sangre viva sobre la cruz del Gólgota, su resurrección al Tercer Día, después de haber sufrido una muerte cruel y, también, por su continua presencia santa y sumamente gloriosa por medio del Espíritu Santo en nuestros corazones y en nuestro diario vivir por la tierra». Realmente, «nuestras oraciones no podrán jamás ser substituidas por ninguna buena palabra u obra de nuestros corazones, de nuestras mentes, de nuestros labios, ni de nuestras manos, para los necesitados de nuestras familias, de nuestras tierras, ni del mundo entero, tampoco». «Nuestras oraciones hacia nuestro Padre Celestial que está en los cielos son únicas y, a la vez, muy preciosas para su corazón santísimo, sólo por medio de su Árbol de vida eterna, el fruto de la verdadera y única vida del cielo para todo ser viviente, sean ángeles u hombres, mujeres, niños y niñas del mundo entero», ¡nuestro Señor Jesucristo! Pues «por más que nos afanemos a hacer muchas buenas cosas para los que están sedientos, hambrientos, enfermos y moribundos en la tierra, entonces aún así siempre tenemos que regresar y depender de nuestro Dios y del Espíritu de amor y de gracia infinita de la sangre y de la vida gloriosa de su Hijo amado», ¡nuestro Señor Jesucristo!, para derribar todo mal del enemigo. Porque «sin nuestro Padre Celestial viviendo en nuestros corazones, gracias a las glorias alcanzadas por su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, entonces cada una de todas nuestras palabras y acciones de buenas obras han de estar muertas en la tierra y así también delante de Dios, en el cielo y sobre su Altar Eterno». Como Adán y Eva, por ejemplo, sin Cristo Jesús en sus corazones y espíritus humanos para orar delante de su Dios y Creador de sus vidas, entonces ellos estaban muertos delante de Dios, desde el primer paso de sus vidas en el paraíso. Pues así como el hombre, la mujer, el niño y niña de la tierra, de hoy en día, sin Cristo Jesús en sus corazones, como el fruto de la vida eterna, ciertamente están tan perdidos como sus progenitores en el paraíso, en la tierra y en el más allá, también, eternamente y para siempre. Entonces «tampoco podemos creer que las oraciones son místicas y que nos alejan de toda realidad de la vida del mundo en el que vivimos, lo cual jamás ha sido verdad, ni lo será en el futuro de la vida del hombre, tampoco, en las nuevas tierras y con nuevos cielos de Dios y de su Árbol de vida infinita». Porque «toda oración es tan real, como la misma necesidad que nos lleva a ella diariamente para presentarnos delante de Dios, sólo en el Espíritu del nombre sagrado de nuestro Señor Jesucristo, para que se acerque Él a nosotros y nos bendiga infinitamente: para ya no sufrir más el mal del pecado de siempre en la tierra, ni en la eternidad, tampoco». Y «esto es realmente para levantar nuestros corazones y nuestras almas a nuestro Padre Celestial que está en los cielos diariamente, para que oiga nuestras oraciones y así nos ayude a vencer nuestros problemas, con sus soluciones y ayudas sobrenaturales de los dones de su Espíritu Santo, de su Hijo amado y, también, de sus ángeles del cielo, por ejemplo». Ciertamente, «la oración efectiva es la que se basa en la palabra viva del Antiguo y del Nuevo Testamento (La Santa Biblia) de nuestro Padre Celestial y de su Hijo amado, nuestro Cordero Escogido, en nuestros corazones y en nuestro diario vivir por la tierra y siempre con nuestra mirada hacia la nueva eternidad venidera de La Jerusalén del cielo». Es por eso, que «es muy importante que todos siempre oremos juntos a nuestro Padre Celestial que está en los cielos y en nuestros corazones, igual, gracias al poder sobrenatural de su Espíritu Santo y del nombre sublime de nuestro Señor Jesucristo», ¡el único posible salvador de Israel y de las naciones del mundo entero, hoy y para siempre! Porque «nuestro Padre Celestial sólo nos puede bendecir a cada uno de nosotros, comenzando con Adán en el cielo y como con Abraham en la tierra, es decir, sólo con los que creen en su Hijo amado, nuestro fruto de vida eterna, en sus corazones eternos, ¡el gran rey Mesías de todos los tiempos, nuestro Señor Jesucristo! El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo es contigo. ¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre! Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el Señor Jesucristo. LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS Es por eso que los ídolos han sido desde siemp un tropiezo a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las naciones! SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del reino de los cielos: PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí". SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos". TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano". CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó". QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da". SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio". SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio". OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás". NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu prójimo". DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo". Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y deshazte de todos estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas familias, por toda la tierra. Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras almas: ORACIÓN DEL PERDÓN Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ". Juan 14: NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR. ¡CONFÍA EN JESÚS HOY! MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE. YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY. - Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y su MUERTE. Disponte a dejar el pecado (arrepiéntete): Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA. QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR. ¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____? ¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____? Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora: Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de Cristo a los demás. Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios. Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre. El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre. El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo corazón, con su voz tiene que rendirle el homb gloria y loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y como siempre, por la eternidad. http://www.supercadenacristiana.com/...pe=wm%20%20/// http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx http://radioalerta.com |
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