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(IVÁN): LLAMADOS PARA SER SIERVOS DE DIOS EN EL NUEVO AÑO 2008



 
 
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Old December 31st 07, 07:48 PM posted to misc.kids
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Sábado, 29 de diciembre, año 2007 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica


(Feliz Navidad y un Prospero Año Nuevo 2008 para todos los siervos y
para todas las siervas de nuestro Padre Celestial y de su Hijo amado,
nuestro Señor Jesucristo, como tú mismo mi estimado hermano y como tú
misma mi estimada hermana, en todas las familias de las naciones de
toda la tierra. Salud, paz y mucha prosperidad sean para ti y para
cada uno de todos los tuyos, hoy en día y por siempre en tu hogar y en
la nueva era venidera: La vida eterna.)


(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


LLAMADOS PARA SER SIERVOS DE DIOS EN EL NUEVO AÑO 2008

Nuestro Padre Celestial ha creado en su corazón glorioso primeramente
y posteriormente con sus manos santas: siervos y siervas para él y
para su nombre muy santo, y no siervos de Satanás jamás. Y estos
siervos y siervas de nuestro Padre Celestial, de su Espíritu Santo y
de su Hijo amado, nuestro Árbol de vida eterna, están realmente
colmados desde la antigüedad de bendiciones sobrenaturales, como de
milagros, de maravillas y de prodigios gloriosos, en el paraíso, en la
tierra y así también en la nueva vida infinita del nuevo reino
celestial.

Además, estos poderes sobrenaturales que nuestro Padre Celestial ha
impartido a cada uno de sus ángeles del cielo y así también con mayor
poder y con mayor gloria infinita a Adán y a cada uno de sus hijos y
de sus hijas, para que vivan diariamente protegidos de los males
terribles de Satanás y de sus ángeles caídos, para siempre. Es decir,
que la vida del siervo y de la sierva de Dios y de los suyos es
totalmente llena día y noche de milagros, de maravillas y de prodigios
sobrenaturales, en el paraíso y así también en la tierra y en la
nueva vida infinita de La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.

Por lo tanto, ustedes mismos han sido llamados divinamente por
nuestro Padre Celestial, desde la fundación del cielo y de la tierra,
como desde los primeros días de vida del paraíso, por ejemplo, por
medio del fruto del Árbol de la vida eterna, nuestro Señor Jesucristo,
a la libertad de vida y de salud infinita. Es decir, llamados a la
libertad eterna de ser infinitamente libres del espíritu de error y de
pecado de Satanás, para que de esta manera sirvan fielmente, como los
ángeles del cielo, por ejemplo, a su Dios y Fundador de sus vidas, en
el espíritu de la verdad, el derecho y de la justicia infinita de su
Ley Viviente.

Porque sólo en el fruto de vida de su Hijo amado, viviendo en nuestros
corazones, es que realmente viviremos la felicidad perpetua, por la
cual nuestro Padre Celestial ha soñado desde siempre para Él mismo,
para sus ángeles y así también para cada uno de todos nosotros, sus
siervos fieles a su Hijo amado, en toda su vasta creación celestial.
Ya que, cada uno de sus seres creados, así como ángeles y hombres,
realmente es creación de Él, en el cielo, para la nueva eternidad
venidera de su nuevo reino celestial.

Por lo tanto, el espíritu de los ángeles y así también de la humanidad
entera proviene directamente del más allá, como de nuestro Padre
Celestial, como de su Espíritu Santo, como de su Árbol de vida eterna,
nuestro Señor Jesucristo, y más no del subsuelo de la tierra, ni menos
del bajo mundo de los muertos, o el infierno. Por ello, nuestro Padre
Celestial jamás ha llamado a ningún hombre, mujer, niño o niña de la
humanidad entera, comenzando con Adán y Eva, por ejemplo, a que use
el Espíritu de la libertad, como Lucifer lo hizo en su maldad, como
pretexto para desobedecer al Espíritu de la Ley de la vida santa y
sumamente perfecta de nuestro Señor Jesucristo

Sino que realmente nuestro Padre Celestial los ha llamado a vivir por
siempre en el Espíritu de la libertad infinita de su misma vida
eterna, en el cielo y así también en todos los lugares de su vasta
creación celestial. Porque nuestro Señor Jesucristo es el Árbol de la
vida eterna de nuestro Padre Celestial, quien realmente alimenta de
vida a todos nosotros, en nuestros millares, en el paraíso y así
también en todos los lugares de la tierra, para regresar a la vida
eterna desde ya: libres del pecado, si tan sólo creemos en él por amor
a su Jesucristo.

Es por esta razón, que cuando el ángel caído, y así también como el
hombre pecador y como la mujer pecadora de toda la tierra, se
desprenden (o renuncian erróneamente sin saber lo que hacen) al fruto
del Árbol de la vida eterna, entonces sufren día y noche y hasta que
finalmente mueren su vidas, para la nueva eternidad celestial.
Enferman y mueren continuamente de hambre y de sed esas criaturas de
Dios no sólo en la tierra sino también en el más allá, como en el
mundo de los muertos, como en el infierno o como en el lago de fuego
(la segunda muerte final para todo ser creado por Dios, infinitamente
desobediente a su Árbol Vivo, ¡nuestro Salvador Jesucristo!).

Es por eso, que nuestro Padre Celestial ha llamado a todos desde el
principio en el cielo y así también en el paraíso y posteriormente en
la tierra, también, ha que seamos sus siervos fieles a Él y a su
nombre muy santo en nuestros corazones, sólo por medio del Espíritu
de fe, de su Jesucristo, ¡nuestro Árbol de vida! Porque de otra
manera, no podremos jamás ser sus siervos fieles a Él y a su nombre
santo e infinitamente glorioso en la vida de los ángeles del cielo y
así también en la vida de la humanidad entera de toda la tierra, por
ejemplo. Porque para ser fiel al nombre muy santo de nuestro Padre
Celestial, entonces tenemos que tener a su Hijo amado viviendo en
nuestros corazones, como parte eterna de nosotros mismos en la tierra
y para siempre en la eternidad.

Por ello, nuestro Padre Celestial los llama en este nuevo año 2008 a
ser sus siervos y sus siervas ciegamente fieles de su Espíritu Santo y
de su nombre muy santo, sólo por medio de su Hijo amado, ¡nuestro
Salvador Jesucristo!, para que sus vidas sean llenas de muchas
bendiciones eternas y así también cada uno de los suyos, igual.
Propiamente, sírvanse los unos a los otros, como siervos fieles a su
Salvador, como hombres y mujeres civilizados, como si ya viviesen con
él mismo en el paraíso, por ejemplo, para comenzar a gozar
verdaderamente desde ya: de las ricas bendiciones y muy antiguas, por
cierto, del cielo para todos ustedes.

Además, esto lo pueden hacer muy bien cada uno de todos ustedes en sus
corazones, sin estar aún físicamente en el cielo, para cumplir la
voluntad perfecta de la antigüedad de nuestro Padre Celestial y de su
Espíritu Santo en sus vidas, mis estimados hermanos y mis estimadas
hermanas, para alimentarse continuamente del Árbol de la vida
eterna, ¡nuestro Salvador Jesucristo! Y esto es sólo posible en sus
vidas, de hoy en día y de siempre, delante de Dios y de su Espíritu,
por medio de su Espíritu de amor interminable para bendecir cada pasó
de sus vidas, no sólo en la tierra, sino también en el paraíso y aún
más allá de la nueva eternidad venidera y para siempre.

En vista de que, nuestro Señor Jesucristo está con nosotros en todos
los lugares de la tierra, asimismo como estuvo con Adán y Eva en el
paraíso, por ejemplo, para ser recibido personalmente por ellos, como
el único fruto de nuestra vida eterna, en esta vida y en la venidera,
también, para siempre. Porque la verdad es que nuestro Señor
Jesucristo está en el epicentro del paraíso, como siempre, pero
también está con cada uno de todos nosotros, en el núcleo de nuestro
diario vivir por la tierra, para que le veamos y para que le
aceptemos eternamente: como nuestro único y suficiente Salvador de
nuestras vidas infinitas, para regresar ya al paraíso.

Por lo tanto, así como fue nuestro Señor Jesucristo en el cielo del
ayer, pues, lo es hoy en día igual con cada uno de todos nosotros
para nuestro Padre Celestial: porque todo el Espíritu del Árbol de la
vida se resume en una sola gobernación humana y celestial: Amarás a
tu vecino como a ti mismo. De hecho, esto fue algo muy importante
para la vida de Adán y así también para sus descendientes, en sus
millares, de todas las razas, familias, pueblos, linajes, tribus y
reinos por venir, que realmente no entendieron en sus corazones
jamás, sino más tarde en sus vidas ya terrenales y afectadas
terriblemente por el mal del pecado de Satanás.

Dado que, para Adán poder vivir en el cielo y así también Eva y sus
descendientes, en sus millares, tenía que primero comer del Árbol de
la vida; de otra manera, no era posible para ninguno de ellos,
comenzando con Adán primero cumplir la Ley del Árbol de la vida, para
vivir en paz y en armonía total con sus vecinos. Porque para nuestro
Padre Celestial todo aquel que come y bebe del fruto del Árbol de la
vida, entonces vive en paz y en total armonía con Él, con su Espíritu
Santo y con cada uno de sus ángeles fieles a Él y a su nombre
santísimo del cielo, por ejemplo, y para siempre.

Entonces nuestro Padre Celestial llama a Adán primero en el paraíso
para que sea su siervo fiel a Él y a su vida santísima del cielo de
que ellos días y para la nueva era venidera, también, de su nuevo
reino celestial, como la única e infinita vida de su Nueva Jerusalén
Celestial y Perfecta. Por consiguiente, nuestro Padre Celestial aún,
después de miles de años, desea que seamos sus siervos fieles a él y a
su nombre sagrado, para levantar un nuevo reino infinito (el cual no
tendrá fin jamás en el corazón de cada hombre, mujer, niño y niña de
la humanidad entera, comenzando con Adán y Eva, por ejemplo, desde el
paraíso).

Es por eso, que el Espíritu de la vida eterna del nuevo reino
celestial de nuestro Padre Celestial es anhelado día y noche por
nuestros espíritus humanos, por nuestras mentes, por nuestras almas
infinitas y por nuestra carne humana, también, hasta que la
encontremos en Cristo Jesús, único Señor nuestro, viendo ya en
nuestras vidas terrenales y celestiales igualmente. Porque la verdad
es de que desde el momento que nuestro Padre Celestial comenzó a
crear al hombre en su corazón y con sus manos santas lo hizo una
realidad eternal, entonces también empezó a pensar en ti, en los
tuyos, y en su nueva vida infinita, ¡como La Nueva Jerusalén Santa y
Perfecta del cielo, por ejemplo!

Es más, desde mucho antes que pusiese sus manos santas a crear al
primer hombre de la humanidad entera, él ya tenia sus manos en ti y
en cada uno de todos los tuyos, en sus millares, en el paraíso y así
también en la tierra, por tanto, tus primeros pasos son del más allá
y no de la tierra. En otras palabras, tú mismo eres el Espíritu de
la felicidad infinita de su nueva vida santísima de su nuevo reino
celestial, si tan sólo le sirves a Él, creyendo en tu corazón y así
también confesando con tus labios el nombre muy sagrado de su Hijo
amado, nuestro único fruto de vida eterna para la eternidad venidera,
¡nuestro Salvador Jesucristo!

Porque para nuestro Dios nadie que no confiese con sus labios y así
no crea en su corazón que su Hijo amado es el Señor Jesucristo, el
fruto de su nueva vida infinita y de su nueva Jerusalén Celestial,
entonces no podrá ser su siervo o su sierva jamás, en esta vida ni
en la venidera tampoco, eternamente y para siempre. Porque para
nuestro Padre Celestial su Hijo amado es su nueva vida infinita, ni
más ni menos, en Adán y así también en cada uno de sus descendientes,
en sus millares, de todas las razas, familias, pueblos, linajes,
tribus y reinos de la tierra (como tú mismo y como los tuyos en tu
tierra, por ejemplo, mi estimado hermano).

Porque más allá de su Jesucristo, nuestro Árbol de vida eterna,
realmente, ya no hay vida para nadie más; es más, sin Jesucristo
ninguno de los ángeles del cielo existiría en la actualidad, para
servir, para alabar y para honrar día y noche y por siempre el nombre
muy santo de nuestro Padre Celestial que está en los cielos. Es
decir, también, de que sin el Árbol de la vida, nuestro Señor
Jesucristo, entonces nuestro Dios no hubiese conocido tanta gloria,
tanta alabanza, ni tanta honra para su nombre sagrado, en el cielo y
asimismo en el resto de su vasta nueva creación venidera, como la
tierra regenerada o como La Nueva Jerusalén Perfecta del cielo, por
ejemplo.

Por ello, cuando nuestro Dios nos creo en su corazón y así nos moldeo
en sus manos santas, fue realmente para hacernos a cada uno de
nosotros en la imagen y conforme a la semejanza perfecta de su Árbol
de vida, para que le conozcamos y fielmente en la eternidad le
sirvamos exclusivamente a Él y a su nombre santísimo, eternamente.
Para que de esta manera única, entonces nuestro Padre Celestial tenga
en cada uno de nosotros, en nuestros millares, en toda la tierra, un
ser muy santo, mucho más santo incluso que los ángeles del cielo,
pues, tan santo como nuestro mismo Dios, tan santo como nuestro mismo
Árbol de vida y de salud infinita, ¡nuestro Salvador Jesucristo!

SIN LA SANGRE DE CRISTO NO PODEMOS SER SIERVOS DE DIOS JAMÁS

Es por esta razón, que la sangre sacrificada del Cordero Escogido de
Dios es muy importante en cada uno de nuestros corazones, de todos
los hombres, mujeres, niños y niñas de las naciones de toda la tierra,
para que nuestro Padre Celestial se sienta muy a gusto y muy feliz
con cada uno de nosotros, hoy y en la eternidad. Para que de esta
manera, cada vez que nuestro Dios nos vea desde el cielo, entonces no
nos vea en la mancha terrible de nuestros pecados y de nuestras
maldades de siempre, por ejemplo, sino todo lo contrario.

En verdad, nuestro Padre Celestial sólo nos ve continuamente y sin
cesar jamás, como ya en la eternidad, por ejemplo, como ya en la
gloria y como ya en la perfección de la misma vida santa y sumamente
honrada de su Árbol de vida eterna, ¡nuestro Salvador Jesucristo! Y
con esta vida gloriosa ya existente en nuestros corazones, en
nuestros espíritus y en cuerpos humanos creciendo diariamente hacia el
cielo, entonces también conlleva con ella cada una de las bendiciones
enviadas por nuestro Dios para cada uno de nosotros, en nuestros
millares, en todos los lugares de la tierra, para darnos vida y vida
en abundancia infinitamente.

Porque eso es la sangre de Cristo en cada uno de nosotros para nuestro
Padre Celestial y para su Espíritu Santo: vida saludable y vida
abundante para vivirla desde ya, sirviendo infinitamente a nuestro
Creador en la tierra, y en la eternidad no morir jamás, sino ver la
vida eterna, tal cual como siempre ha sido desde la antigüedad remota.
Por lo tanto, la verdad es también para todo aquel que no lleve en su
corazón el Espíritu viviente de la sangre sacrificada del Cordero de
Dios, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén, en
Israel, entonces no vive más ya, sino que ha muerto para siempre para
Dios.

Por este motivo, la primera bendición de Dios para Adán y para Eva,
después de haberlos formado en sus manos sagradas, en su imagen y
conforme a su semejanza celestial, por ejemplo, fue realmente comer y
beber de la vida eterna del Árbol de la vida, su Hijo amado, ¡nuestro
Señor Jesucristo! Porque sólo la sangre sacrificada del Árbol de la
vida eterna, es realmente, la vida infinita y perfecta de Adán y así
también de cada uno de sus hijos e hijas en el paraíso y en toda la
tierra, para siempre, para entonces poder vivir y servir a su Dios y
Fundador de sus nuevas vidas eternales del cielo.

Además, estas bendiciones muy antiguas de nuestro Dios son para cada
uno de nosotros, hoy en día y por siempre, también, como de
maravillas, de milagros y de prodigios visibles e invisibles del cielo
y de la tierra, para proteger nuestras vidas de Satanás, y así
dejarnos crecer e enriquecer sólo en su Espíritu Santísimo, para la
nueva eternidad venidera. Es decir, también, que nuestro Padre
Celestial nos ha dado a cada uno de todos nosotros, así como le dio a
Adán y a Eva, por ejemplo, en sus vidas celestes del paraíso, poderes
sobrenaturales de milagros, de maravillas y de prodigios gloriosos y
maravillosos para proteger nuestras vidas infinitamente, de los males
terribles y crueles de Satanás.

Es por eso, que Satanás huye de la presencia gloriosa de la sangre
sacrificada de nuestro Señor Jesucristo, cuando la ve en nuestros
corazones y en nuestras vidas día y noche en la tierra y así también
en el más allá, como en el cielo o como en el paraíso, por ejemplo,
para siempre. Y Satanás se acerco a Adán por medio de la serpiente
para engañarlo con sus mentiras, porque no se había alimentado del Pan
del cielo del Árbol de la vida; es decir, que Satanás no vio en Adán
la protección perfecta de la sangre de Cristo, por eso fue que se
acerco con su engaño para matarlo y destruirlo por completo.

Porque la verdad es que la sangre sacrificada del Cordero Escogido de
Dios tiene poderes sobrenaturales que ni aún en nuestros días, Satanás
no conoce ni tiene idea alguna de sus grandezas y de sus misterios
sumamente gloriosos delante de la presencia gloriosa de nuestro Dios
y así también de su Espíritu Santo, de sus ángeles y de la humanidad
entera. En verdad, es la sangre sacrificada la cual derrota a Satanás
en el paraíso y en todo tiempo en toda la creación de Dios, es decir,
sólo si Adán hubiese obedecido a Dios y comido de su Árbol de vida, el
Pan del cielo, sin más tardar.

Por eso, Satanás sólo huye de la presencia de todos aquellos ángeles
del cielo y así también de todos los hombres, mujeres, niños y niñas
del paraíso y de toda la tierra, como de los que han comido y como de
los que han bebido día a día del fruto de la vida eterna, ¡nuestro
Señor Jesucristo! Porque la verdad es que todo aquel que ha
participado del fruto de la vida eterna de Dios y de su Espíritu
Santo, cumpliendo así perfectamente y cabalmente la Ley del paraíso
para vida eterna con su Dios y con sus vecinos celestiales, entonces
Satanás ya no puede acercarse a él ni a ninguno de los suyos tampoco,
para siempre. Entonces la invocación del nombre del Señor Jesucristo
tiene mucho poder en nuestros corazones y en nuestros labios, delante
de Dios y de su vasta creación, también, para bendecirnos y para
hacernos libres infinitamente de los males de Satán, al mismo tiempo.

Es decir, que Satanás y sus ángeles caídos respetan profundamente, por
inicio, a los que sirven a Dios, por medio de su Hijo amado, nuestro
fruto de vida eterna, nuestro Pan del cielo, ¡nuestro Salvador
Jesucristo! Y sin la comida o la sangre ofrendada del Árbol de la
vida, en el corazón de ángeles del cielo u hombres, mujeres, niños y
niñas de la tierra, Satanás no los puede respetar jamás, sino que se
acerca, de la misma manera que se acerco a Adán, y los ataca y mata
sin misericordia o compasión alguna en su corazón degenerado. Es por
eso, que nuestro Padre Celestial desde el comienzo de todas las cosas
nos ha dado, al pie de la letra, de la sangre escondida de su Árbol de
vida eterna, su gran rey Mesías, para vivir nuestras vidas sin
Satanás, en el paraíso, en la tierra y asimismo en la nueva eternidad
venidera.

Y sólo así, nuestras vidas sin Satanás y sin sus tinieblas entonces
crecen, nuestros corazones se abren y así también nuestras mentes,
nuestros espíritus y nuestras almas eternas para caminar continuamente
y hasta que lleguemos a ser tan llenos de vida, como de la misma vida
de nuestro Árbol Viviente, para conocer por fina a nuestro Padre
Celestial de persona a persona. Y cuando esta hora llegue en su día
celeste del cielo, para nuestras vidas, en la vida de nuestro Padre
Celestial, de su Espíritu Santo y de su Jesucristo, entonces
realmente ya no seremos vistos como pecadores o como pecadoras como de
costumbre, sino como la perfección santa de la obra de las manos de
nuestro Dios, para la eternidad.

En verdad, en éste día venidero, nuestro Padre Celestial sólo vera en
cada uno de nosotros a su Hijo amado, a su Árbol de vida eterna,
totalmente perfecto en todos nosotros: libres por siempre de toda
mancha del pecado y de la presencia terrible de Satanás, por ejemplo,
bañados y lavados por la sangre del pacto eterno, (espiritualmente
hablando). Fue por esta razón, que nuestro Señor Jesucristo, clavado a
los árboles cruzados de Adán y Eva, sobre la cima de la roca eterna,
sangraba sobre todo su cuerpo inmolado, bañando y lavando así
nuestras almas, nuestros cuerpos y nuestras nuevas vidas infinitas,
para hacernos libres del mal y de la condena eternal del pecado.

Aquí, en esta hora del día del Señor, literalmente, en su misma tierra
escogida por él mismo para su obra infinita, murió para siempre el
poder del pecado en cada uno de nosotros, es decir, de todos sus
siervos y de todas sus siervas en las familias de las naciones de toda
la tierra, comenzando con Israel, claro está. Porque la verdad es que
nuestro Padre Celestial cada vez que nos ve desde su lugar muy santo,
como su Altar Sagrado o como desde la presencia muy santa de su Hijo
amado, entonces ya no nos ve en los pecados de nuestros corazones y de
nuestras sangres llenas de enfermedades y de condenas terribles del
pasado, sino todo lo contrario.

Nuestro Dios sólo ve a su Hijo amado perfecto, como lo soñó en el
comienzo de su gran obra celestial, en cada uno de nosotros, en el
paraíso, en la tierra y así también en la nueva vida infinita de La
Nueva Jerusalén del cielo, para la nueva eternidad venidera. En
verdad, somos los siervos santos y perfectos del paraíso, tan santos
como él mismo, tan santos como su Árbol de vida eterna, tal como nos
soñó miles de años atrás, mucho antes que nos comenzase a formar en
sus manos sagradas, para llevar en la nueva vida eterna: ¡la imagen y
la semejanza bendita de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo!

Fue por esta razón, que nuestro Señor Jesucristo les contesto a sus
apóstoles, como el Hijo de Dios, como el gran rey Mesías, por ejemplo,
cuando le preguntaban a él, diciéndole: ¿Donde está nuestro Padre
Celestial, nuestro Creador? Muéstranos a él, Señor nuestro, y nos
vasta. Y el Señor Jesucristo le dijo a Felipe, por ejemplo: El que me
ha visto a mí, realmente, ha visto al Padre del cielo. Porque mi Padre
y yo somos uno, en el cielo, en la tierra y en toda su vasta
inmensidad y para siempre.

Es por esta razón, también, que nuestro Padre Celestial sólo se
agrada del sentir, del pensar y del vivir de su Hijo amado, ¡nuestro
Señor Jesucristo!, en el cielo, en la tierra y así también en la nueva
era venidera de su nuevo reino celestial. Es decir, que nuestro
Padre Celestial sólo ve en cada uno de nosotros, el mismo sentir y
vivir del Espíritu de vida, de santidad, de perfección, de amor, de
justicia, de obediencia, de poderes sobrenaturales de su Jesucristo,
la sangre ofrendada para el perdón eterno y, por ende, ¡único
Salvador de las almas de sus siervos y de sus siervas!

Y esto es vida infinita, pura y muy santa, por cierto, para cualquier
ángel del cielo y así también para cualquiera de cada uno de
nosotros, en nuestros millares, desde Adán y Eva y en todas las
naciones de toda la tierra, hoy en día y para siempre en la nueva
eternidad venidera. Y otra vida mayor, fiel y perfecta, ofrendada
sobre el Altar de Dios, en el paraíso y en las afueras de Jerusalén,
en Israel, como nuestro Señor Jesucristo no existe otra para nuestro
Padre Celestial, para su Espíritu Santo y para cada uno de sus ángeles
del cielo y así también para la humanidad entera.

Por deducción, el llamado antiguo de nuestro Padre Celestial es tan
santo y tan perfecto para cada uno de todos los hombres, mujeres,
niños y niñas de la humanidad entera, para que sean hechos siervos y
siervas de su nombre sagrado para la eternidad, así mismo como llamo a
Adán en su día en el paraíso a serle fiel a Él, continuamente. Porque
era totalmente imposible que Adán le obedezca a su Dios y le sirva por
siempre en su vida celestial del paraíso, si no comía y si no bebía
del Árbol de la vida eterna, ¡la sangre ofrendada del cielo!

Y esto es realmente de consumir del Pan del cielo y de beber de la
copa de vino, la sangre sagrada del Árbol Vivo, llena de poderes, de
milagros, de maravillas y de prodigios misteriosos y más allá de todo
lo imaginad, como de los que se ven o no, en la vida de todos los
siervos y siervas del Altísimo. Por ello, el sacrificio diario de la
sangre del Cordero Escogido por Dios mismo era de suma importancia en
la vida de todo hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones
del mundo entero, igual, para transformarlos en una oración eterna: en
siervos y en siervas del Dios Viviente, para vivir desde ya la nueva
vida infinita.

Y, en nuestros días, como en el Nuevo 2008 que ya se avecina a
nuestras vidas, por ejemplo, ciertamente eres siervo o sierva del Dios
Viviente: gracias a la sangre sacrificada del paraíso. Y asimismo
gracias a la misma sangre todopoderosa y ofrendada por fin del Cordero
de Dios, en las afueras de la ciudad del gran rey Mesías, Jerusalén,
en Israel, para tu corazón y para toda tu nueva vida infinita, en la
tierra y así también en el más allá, como en La Nueva Jerusalén
Perfecta y Eterna del cielo.

Porque sólo los que son siervos y las siervas del Altísimo tienen
realmente sus nombres grabados en el libro de la vida, por lo tanto,
son ciudadanos legítimos y ciudadanas legítimas de ahora en adelante
del nuevo reino de nuestro Padre Celestial y de su Árbol de vida
eterna, ¡nuestro Salvador Jesucristo! Pues muchas gracias más a la
sangre eterna y misteriosa, la cual descendió del Árbol de la vida del
paraíso, para bañarnos y limpiarnos de todas las imperfecciones de
nuestros corazones, de nuestras almas, de nuestros espíritus y de
nuestros cuerpos humanos, para vivir una vida santa, compatible y
agradable a la Ley de Dios y de Moisés, para siempre.

¡Amén!: ¡Y Feliz Año Nuevo 2008 para todos, para gloria y para honra
de nuestro Padre Celestial y para gloria y para honra infinita de su
gran rey Mesías, su Hijo amado, nuestro Salvador Jesucristo!, en sus
corazones eternos, mis estimados hermanos y mis estimadas hermanas.
¡Así sea! ¡Así sea para siempre es nuestra oración eterna para cada
uno de todos ustedes a nuestro Padre Celestial, en el nombre sagrado
de nuestro Señor Jesucristo!

El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo
es contigo.


¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el
nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras
almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y
honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el
cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo.

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siemp un tropiezo a la
verdad y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la
omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la voluntad
perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto
tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine,
cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos
con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre
las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a
la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está
aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en
Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los
males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible
de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en
la vida de cada uno de los tuyos también, para la eternidad del nuevo
reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en
día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus
ángeles santos. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada
palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición
terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada
majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con
todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y
de la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y de su
Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las
naciones!

SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu
corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la
tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde
los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del
reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la
maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la
cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia
por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios,
porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será
sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el
forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová
hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y
lo santificó".

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".

NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu
prójimo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo".

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y deshazte de todos estos
males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos,
también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de
Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos
desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú
no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los
tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días
de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy.
Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que
sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada
una de sus muchas familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos
juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia
santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras
almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de
tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu
reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la
tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial
también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y
la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ".
Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS
TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y
su MUERTE.

Disponte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer
día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu
vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL
SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un
pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su
SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi
pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi
SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una
nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios,
orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El
ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en
un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema
autoridad. Habla de Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de
Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su
palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en
gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata
a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con
frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para
que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que
te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así
comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de
Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es
la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la
tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras
almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan
tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y
de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa
de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra:
imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de
Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que
respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso!
Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de
todo corazón, con su voz tiene que rendirle el homb gloria y loor
al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y
como siempre, por la eternidad.


http://www.supercadenacristiana.com/...pe=wm%20%20///



http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx



http://radioalerta.com


 




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